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portada del libroLa «Guía de flores pirenaicas para niños y niñas» escrita por José Miguel Navarro y Ramón Campo, quiere contribuir a la difusión del Patrimonio Natural de las montañas del Alto Gállego. La edición surge con la idea de contribuir a construir ese herbario virtual en el que los jóvenes, guiados por unos autores nacidos en la comarca, descubran y valoren el patrimonio que les rodea.

Se trata de una guía para aprender a distinguir algo más de doscientas flores, sus nombres autóctonos, sus curiosidades, etc, en la que la fotografía es un complemento perfecto para el descubrimiento de las plantas y en la que los contenidos aparecen explicados con palabras sencillas.

 

Este libro está pensado y escrito para niños entre 8 y 15 años, aunque también puede ser de utilidad a adultos no versados en botánica. Se ha intentado reducir al mínimo los términos técnicos y científicos. Por ejemplo, se habla de hojas muy recortadas o muy divididas cuando el término correcto sería pinnadas o bipinnadas o, en caso de determinadas flores, se habla de pétalos cuando habría que hablar de lígulas, brácteas o tépalos. Se ha prescindido también de la clasificación taxonómica propia de una guía al uso y se han agrupado las flores por el color predominante o más llamativo, para facilitar su identificación.

En el apartado de flores blancas encontramos, por ejemplo, las «rompepiedras», sólo visibles en paredes rocosas, colgadas de pequeñas grietas, o también las «atrapamoscas», una de las pocas plantas carnívoras que existen en los Pirineos y que habitan en zonas altas de las montañas. Como flores de color rosa destaca el «clavel silvestre» que florece en verano, la «quitameriendas» que sale directamente de la tierra, sin tallo o la «Androsace» que crece pegada a las rocas. En flores verdes apuntan, entre otras, la «plantaina» que crece en cualquier sitio donde no falte algo de humedad.

En el espacio que dedican a las flores amarillas está la «amapola amarilla», que se encuentra en lugares removidos por animales y en las montañas más altas, el «té de puerto», una pequeña mata de la que salen numerosos tallos y que podemos ver en pastizales alpinos o la «Cypripedium calceolus» popularmente conocida como «zapatitos de la Virgen» o «zapatitos de la reina», una de las plantas más raras del Pirineo. Durante mucho tiempo se pensó que estaba extinguida hasta que se localizaron dos únicas poblaciones en los valles de Tena y Pineta. Actualmente se encuentran vigiladas durante la época de floración.

En flores de colores púrpuras o moradas, esta guía nombra el «cantagallico» que podemos ver cerca de pueblos o en lugares donde se nota la presencia del hombre, o la «Orella d´onso» (oreja de oso), una de las flores más bonitas que podemos encontrar en estas montañas. Suelen salir en grupos y siempre en rocas calizas, entre sus grietas.

En el apartado de flores rojas, se encuentra la mítica «amapola» que podemos ver cerca de donde se cultiva trigo u otros cereales, o la «azucena silvestre» que suele estar cabeza abajo con los estambres colgando hacia el suelo, o las Siemprevivas de hojas carnosas.

Como flores azules están recogidos en esta guía los «nazarenos», en aragonés «flor de cullebra», que se crían en las orillas de caminos y prados y en lugares frecuentados por el ganado. Y, por último, las flores marrones como la orquídea «nido de pájaro» que sale a la sombra de abetos y hayas, o la «flor de araña» que florece en primavera.

En cuanto a los nombres de las flores, muchas de las especies que se recogen no tienen un nombre común, ni en castellano ni en aragonés, y se ha optado por que la primera entrada sea el nombre científico de la planta. El primero hace referencia al género y el segundo, a la especie concreta. Ante la dificultad de memorizar algunos de estos nombres, es una buena forma de que los niños y niñas se familiaricen con la clasificación taxonómica y los rudimentos de la ciencia botánica.

También destacan algunas curiosidades que se dan en varias de estas plantas, por ejemplo: la flor de la Trollius europaeus, en aragonés se conoce como Gatarrabiosa, es una trampa para los insectos, ya que éstos entran en su interior por el pequeño agujero superior y luego no pueden salir. Así, están dando vueltas dentro, se impregnan de polen y cuando, por fin, logran salir, lo transportan hasta otros calderones cercanos, polinizándolos.

Aunque los contenidos de la publicación se extienden a la cordillera pirenaica, el libro dedica un capítulo a diseñar y guiar una propuesta de ruta botánica por la Comarca Alto Gállego que comienza en Sabiñánigo y nos llevará hasta el Portalet, donde de obligada visita es el «zapatito de la reina». Los autores aconsejan a quienes les guste salir al campo, a la montaña, no pasar por alto en la Jacetania la Selva de Oza o La Canal Roya, en Sobrarbe el Parque Nacional de Ordesa, de visita obligada, y en La Ribagorza los alrededores de los Llanos del Hospital de Benasque, que guardan multitud de especies interesantísimas, algunas de ellas se pueden visitar con toda comodidad por una ruta botánica recientemente marcada y acondicionada.

 

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