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Faltan y sobran palabras para describir a estos pueblos, símbolos de una lucha por la supervivencia de sus habitantes.

Situados a la orilla del Río Ara, río que en su tiempo tanta vida les dio y que, a su vez, tanto les quitó por un proyecto hidroeléctrico.

Detrás de estos nombres se esconde un pequeño pueblo, sinónimo de otros tantos que fueron obligados a ser abandonados por el proyecto de un pantano, el de Jánovas. Lavelilla, Lacort, y decenas de pueblos de La Solana siguieron su misma suerte.

Jánovas

Este nombre es sl símbolo de la lucha contra un desastre ecológico y humano: jóvenes, niños y viejos obligados a dejar sus hogares, sus tierras y su vida a la búsqueda de un futuro incierto. Abandono obligado de pertenencias, tierras, costumbres, recuerdos, familia y amigos.

Muchas de estas personas vuelven cada año y alimentan con sus lágrimas las aguas del río Ara al encontrarse con sus casas caídas y recordar un pasado lleno de recuerdos imborrables y arrancado súbitamente.

Jánovas (en la margen derecha), Lavelilla y Lacort son visibles desde la carretera que une Fiscal y Boltaña, pero otros muchos pueblos que no podemos ver desde nuestros vehículos sufrieron la misma suerte, al ver sus tierras expropiadas.

Todos los habitantes de La Solana, Jánovas, Lavelilla y Lacort se vieron obligados a abandonar sus tierras y sus casas al proyectarse en 1917 un pantano en el río Ara. Hoy en día, el río Ara está considerado el único río virgen del Pirineo. En 2001 la Declaración de Impacto Ambiental reconocía que el proyecto tendría impactos adversos significativos sobre el medio ambiente y por lo tanto se deshecha su construcción.

La expropiación de los terrenos comenzó en los años 60 y acabó en 1985, al ser expulsada la última familia (Francisca y Emilio) que aún permanecía en Jánovas.

Con el proyecto del pantano se destruyeron 23 núcleos pirenaicos, casi todos ellos en La Solana, y con ellos, sus vidas, costumbres, tradiciones y muchos hogares. Hoy casi todos ellos están deshabitados y en ruinas. Unas ruinas que aún quedan como testigos mudos a las que sólo nos resta escuchar.

FUENTE: Ribera de Fiscal – folleto turístico editado por el Ayuntamiento de Fiscal.

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