Al parecer estamos en tierras donde había brujas, que vagaban de un sitio a otro realizando sus reuniones (aquelarres) en lugares como Tella, Cotiella, el Castillo de Boltaña o Burgasé.
Hay mucha tradición y leyenda sobre este tema, pero se poseen algunos datos de los S.XVI y XVII. Como proceso judicial, el famoso juicio del Valle de Tena.
Las brujas, mujeres de bastante edad (también jóvenes y brujos), pasaban sus poderes cuando iban a morir, estrechando las manos a alguna nieta o sobrina.
El que tenía libros en casa ya era sospechoso de brujería, ya que sus artes los sacaban de los libros, uno de ellos el de San Cipriano, del cual se decía que no se destruía con el fuego. El animal típico de las brujas era el gato negro.
La bruja aprendiz tenía que clavar 7 alfileres a un gato negro, y con el séptimo debía morir, esto en Laspuña. En Plan tenían que arrancarle los ojos a un gato vivo.
El mito de las brujas ya ha pasado, pero se siguen encontrando símbolos en las casas, con los cuales decían espantar a las brujas. Estos eran colgar en las puertas de entrada de las casas, una flor llamada Carlina, o piedras angulosas colocadas en las esquinas, para evitar que entraran por la chimenea o rostros tallados, los motilones.