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Para observar el tipo de flora que puebla estas montañas debemos distinguir 4 diferentes pisos florales:

Piso nival: aquí­ sólo encontramos roca virgen y nieves perpetuas. La presencia vegetal es casi inexistente.

Piso alpino: zona de altos pastizales, poblada principalmente por gramí­neas. Aquí­ las herbáceas van conformando un suelo aún poco profundo. Se sitúa entre los 2.800 metros y los 2.400 metros de altitud paroximadamente. En este piso, la duración y el rigor del invierno, las fuertes oscilaciones de temperatura, la acusada estacionalidad, la inestabilidad del sustrato y la acción del viento configuran un hábitat extremadamente selectivo.

Predomina una vegetación rasa formada por gramí­neas, leguminosas, anémonas y gencianas (entre otras). Una de las más caracterí­sticas es la genciana pirenaica (Gentiana pyrenaica), de color azulado, que habita los prados y pasa el invierno cubierta de nieve. Durante el corto perí­odo de crecimiento vegetativo, la estrategia que adoptan algunas de estas especies es una coloración vistosa para poder ser rápidamente polinizadas por los insectos.

En las zonas de canchales -acumulación de fragmentos de roca que se forman en la base de las cimas-, hay especies adaptadas que tienen la capacidad de desarrollar unas raí­ces largas y resistentes. Otras forman pequeños cojines espesos que se aferran fuertemente a los pomos de tierra por debajo del pedregal. Las comunidades que habitan en las ciénagas y las fuentes las distinguimos porque forman una vegetación de un verde aún más intenso.

Piso  subalpino: aquí­ el suelo aumenta en riqueza y profundidad, ya que nos encontramos con los primeros ejemplares de gran porte, los árboles. Los bosques que consiguen conquistar las alturas del piso subalpino son principalmente de coní­feras (pino negro, abeto, etc.). Su hábitat está situado por debajo de los 2.400 metros de altitud y llega hasta los 1.600 metros, aproximadamente. En este ambiente natural, el bosque dominante es el pinar de pino negro (Pinus mugo, subespecie Uncinata), que posee unas ramas muy resistentes y flexibles, que le permiten soportar fuertes vientos y también el peso de la nieve. Para protegerse de la congelación presenta una elevada concentración de resinas.

En las laderas umbrí­as de suelos ácidos, podemos contemplar pinar acompañado de matorrales de rododendro (Rhododendron ferrugineum), arbusto de poca altura que queda cubierto por la nieve y que saca las yemas y los capullos en el otoño. En este piso, el paisaje presenta bosques, prados, riscos y paredes escarpadas. El liquen geográfico (Rhizocarpon geographicum) da a las rocas un color verdoso.

Piso montano: un poco más abajo del subalpino comenzamos a encontrar bosques de hoja caduca. Estos bosques conforman el piso montano, el más rico en variedad y cantidad de especies florales y el que alberga mayor cantidad de fauna. En esta zona encontramos bosques caducifolios, los robledales de roble de hoja grande (Quercus petraea) con sotobosque de avellanos (Corylus avellana) y helechos, las fresnedas, menos abundantes, con fresno de hoja grande (Fraxinus excelsior), y el sauce cabruno (Salix capraea).

En estos bosques es fácil observar pájaros, como el carbonero (Parus maior), el herrerillo (Parus caeruleus), el petirrojo (Erithacus rubecula) y el pito real (Picus viridis). Entre los anfibios, se encuentra la salamandra (Salamandra salamandra).

Algunos de estos bosques han sido sustituidos por prados para guadañar.

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