Las Navatas, (en aragonés Nabatas) se han convertido en un fenómeno de masas en la Comarca de Sobrarbe y constituye uno de los acontecimientos turísticos y sociales más importantes de la primavera en estas montañas.
La tradición navatera del Cinca se remonta al S.XVI epoca en la que encontramos los primeros testimonios de esta peligrosa profesión. Este oficio no sufrió ninguna evolución con el paso de los años. La lentitud y peligrosidad de la labor junto con la llegada al valle de los primeros camiones de carbón y leña hicieron que se extinguiera esta forma tradicional de transporte. Por otra parte la regulación del Cinca y el Ebro, con la construcción de presas y pantanos hicieron inviable del todo este método de navegación.
La navata, es un antiguo de transporte de los troncos de madera de las zonas productoras de la montaña a las serrerías, situadas en las partes bajas de los valles. El trayecto iba desde el Pirineo hasta Tortosa en el Mediterráneo.
Una vez picados y arrastrados los troncos con los abrios (mulos) desde los bosques, se bajaba hasta el cauce del rio y allí se construían varias navatas. Se ataban con palos de sarga remojados y retorcidos formando una especie de balsa con algunos remos delante y detrás para conducir la navata río abajo.
DESCENSO ANUAL DE LAS NAVATAS LASPUÑA-AINSA
Es un espectáculo observar el rio Cinca en pleno esplendor con «mayenco» (crecida) y entre sus turbulentas aguas unos arriesgados nabateros manejando estas construcciones de troncos entre sus rápidos. Cada año varias nabatas descienden el río Cinca entre las localidades de Laspuña y Ainsa en recuerdo y homenaje, a los antiguos nabateros. En los días anteriores se construyen dos o tres nabatas.
El proceso de construcción es el siguiente:
– La formación de los «trampos» (tramos de la nabata)
– El «atableo» o colocación homogénea de los troncos.
– El «adobe» o preparación de los troncos por sus dos extremos
– La «mortesa» o aplanamiento de las puntas de los troncos.
– «Barrenar» los troncos para pasar los verdugos.
– Atar los troncos con «verdugos de sarga».
Como hecho curioso hay que destacar que en esta construcción no se emplea ni un solo clavo.
Todo aquel que venga y conozca de cerca un río en crecida podrá comprender lo peligroso que es realizar estos descensos en este tipo de transportes. A esto hay que añadir que en aquellos años la mayoría de los nabateros no sabían nadar. «La Cinca» (en la zona, el rio es femenino), siempre ha sido visto por los habitantes ribereños como un rio traicionero, como así lo recoge la famosa canción de la Orquestina del Fabirol «Cinca traidora».