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Biescas en los años 70Biescas está situado en la orilla del rí­o Gállego, a la entrada del Valle de Tena, nada más salir dicho curso fluvial del Congosto de Santa Elena que separa el Valle de Tena y la Tierra de Biescas. Desde Biescas podemos acceder al Parque Nacional de Ordesa por el puerto de Cotefablo, por donde llegaremos a Torla, situado a 25km

Población asentada en la ribera del rí­o, en el inicio de La Galliguera o del Valle del Gállego, en este tramo que atraviesa las tierras de la histórica comarca del Serrablo.

Feria de ganado de Biescas a principios del s.XXNúcleo rodeado por diversas elevaciones montañosas, áreas como las aledañas de Sobremonte y Sobrepuerto, donde se alcanzan las máximas cotas de todo el contorno, o saliendo de los lí­mites de Biescas, del Valle de Aurí­n o de Acumuer, Valle del Basa, La Guarguera o Valle del Guarga y la Sierra; todas ellas configuradas y compuestas por materiales geológicos de origen marino o sedimentario, propios de los últimos periodos de la Era Terciaria.

Espacio que presenta por el norte el fenómeno del glaciarismo, propio de la Era Cuaternaria, que arrancó desde la propia cabecera de Tena, hasta la altura de Senegüé y alrededores, donde se puede apreciar su morrena central, estando esta última localidad asentada en uno de los extremos de dicho frente morrénico.

Posee una diversidad de tierras y de climas que propicia una gran variedad de plantas y de sistemas vegetales, en donde predominan los carrascales, quejicos, pino albar, hayedos o las plantas localizables en las riberas y en los roquedales.

Variedad territorial que sirve de asiento a una amplia y diversa serie de animales, tales como aves como mirlo acuático, ánade real, martí­n pescador, abejaruco, gorrión, mirlo, petirrojo, búho, águila calzada, ratonero, milano real, azor, gavilán, buitre, alimoche, águila real, halcón peregrino, quebrantahuesos, grulla, golondrina, lechuza, etc, o las que fijan su residencia en el agua y en sus inmediaciones como trucha, desmán de los Pirineos, ranas, culebras, ratas o el tritón del Pirineo.

Finalmente los diferentes mamí­feros como el zorro, topo, musaraña, comadreja, tejón, jabalí­, ardilla, lirón careto, marta, garduña, gato montés o ciervos y corzos procedentes del Valle de la Garcipollera.

La Tierra de Biescas y sus zonas aledañas presentan un desarrollo histórico cuyos comienzos se remontan desde los perí­odos del Neolí­tico, como atestiguan los dólmenes de Biescas, Ibirque y Nocito, además de los posibles restos localizables en el entorno del ibón de Piedrafita de Jaca.

Presencia humana y asentamientos, que se hacen más palpables en los momentos de la romanización, como lo demuestran, además del hallazgo de alguna moneda, las noticias que existen sobre el Balneario de Panticosa de la calzada romana que uní­a a éste con Sabiñanigo, Aurí­n y Senegüé, o por la reciente localización de una villa romana en las inmediaciones de Sabiñanigo, conocido en este perí­odo como Sabiniacum.

Durante los siglos de dominación musulmana se produce un momento de surgencia histórica de esta zona y sus inmediaciones, de la comarca de Serrablo en su conjunto. Dicho sometimiento afectó desde los territorios de Gaví­n hasta los de Nocito, estableciéndose el distrito rural conocido como Yilliq (o Gállego), dependiente del gobernado musulmán de Huesca.

Comenzó la reconquista y repoblación cristiana, desarrollándose una primera fase entre los años 918 y 920, en el que el conde Sancho Galí­ndez II de Aragón se hizo con el valle de Acumuer, donde fundó el monasterio de San Andrés de Cercito. Sigue un segundo momento, hacia el 950, en que llegan unos emigrados mozárabes procedentes de la cura de Huesca, que se asentaron en el Valle del Gállego y en Sobrepuerto, llevando a cabo diversas fundaciones monásticas (San Pelay de Gaví­n, San Pedro de Rava o San Úrbez de Basarán), en las que se desarrolla el rito mozárabe hasta que en el 1071 el rey Sancho Ramí­rez decretó e impuso el rito romano.

Son los momentos en que aparece por primera vez el topónimo Serrablo, denominación dada a toda esta zona, entre Gaví­n y Las Bellostas, según mención documental fechada en 1054, reinando Ramiro I, por la cual se realiza una donación al monasterio de San Andrés de Fanlo (posiblemente ubicado en torno a la actual pardina de Fanlo, cercana a Ipiés), denominación caí­da después en desuso y que a partir de los años setenta, se ha vuelto a utilizar.

Iniciado ya el siglo XI, Sancho el Mayor, rey navarro, realiza la incorporación de esta amplia zona al condado de Aragón, posteriormente reino, en 1035, apareciendo así­ un sistema ofensivo y defensivo circunscrito a las tenencias de Senegüé, Sabiñanigo, Larrés, Javierrelatre y Secorún.

Es la época de repoblación de la comarca, para lo cual varios monasterios sirvieron de centro para la misma, entre los que sobresalen San Úrbez de Serrablo, San Andrés de Fanlo y San Martí­n de Cercito.

En la Baja Edad Media descolla el surgimiento de determinados linajes señoriales, dominadores de una buena porción de este amplio territorio, en el que se imponí­an sus designios empleando, en ocasiones, el temor y la fuerza. Es el caso del conocido linaje de los Urriés, quienes ostentaban los tí­tulos de los marqueses de Ayerbe y señores de Larrés, teniendo como principal baluarte y centro en estos lares el castillo de Larrés.

La Edad Moderna destaca por los sucesos de finales del siglo XVI e inicios del XVII, con Antonio Pérez, anterior secretario aragonés de Felipe II, huido a estas tierras y aliado a los bearneses, que tuvo como consecuencia el enfrentamiento entre ambas partes, los ejércitos de dicho monarca capitaneados por el general Alonso de Vargas y los franceses con Antonio Pérez, llevándose a cabo entre las tierras de Santa Elena y Senegüé, deparando la peor suerte en la villa de Biescas, que fue saqueada y destruida por los bearneses.

Biescas en los años 70Resuelta la rebelión, Felipe II mandó construir por el Pirineo varias fortificaciones para protegerse y defenderse de la posible invasión de los hugonotes franceses, siendo un buen ejemplo de las mismas los restos del fortí­n de Santa Elena, junto a la ermita y sobre el congosto.

El mantenimiento de los señorí­os jurisdiccionales establecidos en la Edad Media perdurarán casi sin alteración hasta fechas avanzadas del siglo XIX, notándose también los diversos avatares históricos, que dejarán su huella en los sucesivos pillajes, destrucción de las cosechas y en otros aspectos de consecuencias desastrosas para toda esta zona.

El siglo XX marca el despegue económico y demográfico de la zona, a lo que ayudó la llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX, propiciando el establecimiento en Sabiñánigo de dos empresas, EIASA Y Aluminio Español, desencadenantes del desarrollo económico de la zona, así­ como de la despoblación que poco a poco, y desde ese momento, se iba a producir en todo el entorno, en todas las tierras aledañas a Sabiñánigo y a Biescas.

Efecto despoblador que se agudizó tras la Guerra Civil, que tuvo graves consecuencias en esta zona por situarse el frente en la misma, notándose especialmente durante las décadas de los cincuenta y sesenta, años en los que quedaron vací­os numerosos pueblos y lugares del entorno, afectando sobremanera a amplias áreas, como Sobrepuerto y la «Guarguera» o Valle del Guarga.

mapa de biescas

Actualmente lo que se conoce como ayuntamiento de Biescas comprende los núcleos de Biescas, Orós Alto, Orós Bajo, Escuer, Oliván, Búbal, Polituara, Saqués, Espierre, Barbenuta, Javierre del Obispo, Ainielle, Susí­n, Berbusa y Casbas; y las entidades locales menores de Aso, Yosa y Betés de Sobremonte, Gaví­n y Piedrafita de Jaca, aunque no siempre ha sido así­, ya que desde principios de este siglo el actual término municipal de Biescas ha estado dividido en los ayuntamientos de Gaví­n, Piedrafita (Búbal y Saqués), Oliván (Susí­n, Orós Alto y Orós Bajo y Casbas), Escuer, Aso de Sobremonte ( Yosa y Betés de Sobremonte) y Barbenuta (Espierre, Ainielle y Berbusa).

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